Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas

Alice nel Paese delle meraviglie

   Capítulo XII

   XII

   La declaración de Alicia

   La testimonianza di Alice

   -¡Estoy aquí! -gritó Alicia.

Y olvidando, en la emoción del momento, lo mucho que había crecido en los últimos minutos, se puso en pie con tal precipitación que golpeó con el borde de su falda el estrado de los jurados, y todos los miembros del jurado cayeron de cabeza encima de la gente que había debajo, y quedaron allí pataleando y agitándose, y esto le recordó a Alicia intensamente la pecera de peces de colores que ella había volcado sin querer la semana pasada.

   — Presente! — rispose Alice.

Dimenticando, nella confusione di quell’istante di esser cresciuta enormemente, saltò con tanta fretta che rovesciò col lembo della veste il banco de’ giurati, i quali capitombolarono con la testa in giù sulla folla, restando con le. gambe in aria. Questo le rammentò l’urtone dato la settimana prima a un globo di cristallo con i pesciolini d’oro.

   -¡Oh, les ruego me perdonen! -exclamó Alicia en tono consternado.

Y empezó a levantarlos a toda prisa, pues no podía apartar de su mente el accidente de la pecera, y tenía la vaga sensación de que era preciso recogerlas cuanto antes y devolverlos al estrado, o de lo contrario morirían.

   — Oh, vi prego di scusarmi! — ella esclamò con voce angosciata e cominciò a raccoglierli con molta sollecitudine, perchè invasa dall’idea dei pesciolini pensava di doverli prontamente raccogliere e rimettere sul loro banco se non li voleva far morire.

   -El juicio no puede seguir -dijo el Rey con voz muy grave- hasta que todos los miembros del jurado hayan ocupado debidamente sus puestos... todos los miembros del jurado -repitió con mucho énfasis, mirando severamente a Alicia mientras decía estas palabras.

   — Il processo, — disse il Re con voce grave, — non può andare innanzi se tutti i giurati non saranno al loro posto... dico tutti, — soggiunse con energia, guardando fisso Alice.

   Alicia miró hacia el estrado del jurado, y vio que, con las prisas, había colocado a la Lagartija cabeza abajo, y el pobre animalito, incapaz de incorporarse, no podía hacer otra cosa que agitar melancólicamente la cola. Alicia lo cogió inmediatamente y lo colocó en la postura adecuada.

«Aunque no creo que sirva de gran cosa», se dijo para sí. «Me parece que el juicio no va a cambiar en nada por el hecho de que este animalito esté de pies o de cabeza.»

   Alice guardò il banco de’ giurati, e vide che nella fretta avea rimessa la lucertola a testa in giù. La poverina agitava melanconicamente la coda, non potendosi muovere. Subito la raddrizzò. "Non già perchè significhi qualche cosa, — disse fra sè, — perchè ne la testa nè la coda gioveranno al processo."

   Tan pronto como el jurado se hubo recobrado un poco del shock que había sufrido, y hubo encontrado y enarbolado de nuevo sus tizas y pizarras, se pusieron todos a escribir con gran diligencia para consignar la historia del accidente. Todos menos la Lagartija, que parecía haber quedado demasiado impresionada para hacer otra cosa que estar sentada allí, con la boca abierta, los ojos fijos en el techo de la sala.

   Appena i giurati si furono rimessi dalla caduta e riebbero in consegna le lavagne e le matite, si misero a scarabocchiare con molta ansia la storia del loro ruzzolone, tranne la lucertola, che era ancora stordita e sedeva a bocca spalancata, guardando il soffitto.

   -¿Qué sabes tú de este asunto? -le dijo el Rey a Alicia.

   — Che cosa sai di quest’affare? — domandò il Re ad Alice.

   -Nada -dijo Alicia.

   — Niente, — rispose Alice.

   -¿Nada de nada? -insistió el Rey.

   — Proprio niente? — replicò il Re.

   -Nada de nada -dijo Alicia.

   — Proprio niente, — soggiunse Alice.

   -Esto es algo realmente trascendente -dijo el Rey, dirigiéndose al jurado.

Y los miembros del jurado estaban empezando a anotar esto en sus pizarras, cuando intervino a toda prisa el Conejo Blanco: -Naturalmente, Su Majestad ha querido decir intrascendente –dijo en tono muy respetuoso, pero frunciendo el ceño y haciéndole signos de inteligencia al Rey mientras hablaba.

Intrascendente es lo que he querido decir, naturalmente -se apresuró a decir el Rey.

   — È molto significante, — disse il Re, volgendosi ai giurati.

Essi si accingevano a scrivere sulle lavagne, quando il Coniglio bianco li interruppe:

— Insignificante, intende certamente vostra Maestà, — disse con voce rispettosa, ma aggrottando le ciglia e facendo una smorfia mentre parlava.

   Y empezó a mascullar para sí: «Trascendente... intrascendente... trascendente... intrascendente...», como si estuviera intentando decidir qué palabra sonaba mejor.

   — Insignificante, già, è quello che intendevo — soggiunse in fretta il Re; e poi si mise a dire a bassa voce: "significante, insignificante, significante..." — come se volesse provare quale delle due parole sonasse meglio.

   Parte del jurado escribió «trascendente», y otra parte escribió «intrascendente». Alicia pudo verlo, pues estaba lo suficiente cerca de los miembros del jurado para leer sus pizarras. «Pero esto no tiene la menor importancia», se dijo para sí.

   Alcuni dei giurati scrissero "significante", altri "insignificante."

Alice potè vedere perchè era vicina, e poteva sbirciare sulle lavagne: "Ma non importa", pensò.

   En este momento el Rey, que había estado muy ocupado escribiendo algo en su libreta de notas, gritó: « ¡Silencio!», y leyó en su libreta:

-Artículo Cuarenta y Dos. Toda persona que mida más de un kilómetro tendrá que abandonar la sala.

   Allora il Re, che era stato occupatissimo a scrivere nel suo taccuino, gridò: — Silenzio! — e lesse dal suo libriccino: "Norma quarantaduesima: — Ogni persona, la cui altezza supera il miglio deve uscire dal tribunale." Tutti guardarono Alice.

   Todos miraron a Alicia.

   — Io non sono alta un miglio, — disse Alice.

   -Yo no mido un kilómetro -protestó Alicia.

   — Sì che lo sei, — rispose il Re.

   -Sí lo mides -dijo el Rey.

   — Quasi due miglia d’altezza, — aggiunse la Regina.

   -Mides casi dos kilómetros añadió la Reina.

   — Ebbene non m’importa, ma non andrò via, — disse Alice. — Inoltre quella è una norma nuova; l’avete inventata or ora.

   -Bueno, pues no pienso moverme de aquí, de todos modos -aseguró Alicia-. Y además este artículo no vale: usted lo acaba de inventar.

   — Che! è la più vecchia norma del libro! — rispose il Re.

   -Es el artículo más viejo de todo el libro -dijo el Rey.

   — Allora dovrebbe essere la prima, — disse Alice.

   -En tal caso, debería llevar el Número Uno -dijo Alicia.

   Allora il Re diventò pallido e chiuse in fretta il libriccino.

   El Rey palideció, y cerró a toda prisa su libro de notas.

-¡Considerad vuestro veredicto! -ordenó al jurado, en voz débil y temblorosa.

   — Ponderate il vostro verdetto, — disse volgendosi ai giurati, ma con voce sommessa e tremante.

   -Faltan todavía muchas pruebas, con la venia de Su Majestad –dijo el Conejo Blanco, poniéndose apresuradamente de pie-. Acaba de encontrarse este papel.

   — Maestà, vi sono altre testimonianze, — disse il Coniglio bianco balzando in piedi. — Giusto adesso abbiamo trovato questo foglio.

   -¿Qué dice este papel? -preguntó la Reina.

   — Che contiene? — domandò la Regina

   -Todavía no lo he abierto -contestó el Conejo Blanco-, pero parece ser una carta, escrita por el prisionero a... a alguien.

   Non l’ho aperto ancora, disse il Coniglio bianco; — ma sembra una lettera scritta dal prigioniero a... a qualcuno.

   -Así debe ser -asintió el Rey-, porque de lo contrario hubiera sido escrita a nadie, lo cual es poco frecuente.

   — Dev’essere così — disse il Re, — salvo che non sia stata scritta a nessuno, il che generalmente non avviene.

   -¿A quién va dirigida? -preguntó uno de los miembros del jurado.

   — A chi è indirizzata — domandò uno dei giurati.

   -No va dirigida a nadie -dijo el Conejo Blanco-. No lleva nada escrito en la parte exterior. -Desdobló el papel, mientras hablaba, y añadió-: Bueno, en realidad no es una carta: es una serie de versos.

   — Non ha indirizzo, — disse il Coniglio bianco, — infatti non c’è scritto nulla al di fuori. — E aprì il foglio mentre parlava, e soggiunse: — Dopo tutto, non è una lettera; è una filastrocca in versi.

   -¿Están en la letra del acusado? -preguntó otro de los miembros del jurado.

   — Sono di mano del prigioniero? — domandò un giurato.

   -No, no lo están -dijo el Conejo Blanco-, y esto es lo más extraño de todo este asunto. (Todos los miembros del jurado quedaron perplejos.)

   — No, no, —rispose Il Coniglio bianco, questo è ancora più strano. (I giurati si guardarono confusi.)

   -Debe de haber imitado la letra de otra persona -dijo el Rey. (Todos los miembros del jurado respiraron con alivio.)

   — Forse ha imitato la scrittura di qualcun altro, — disse il Re.(I giurati si schiarirono.)

   -Con la venia de Su Majestad -dijo el Valet-, yo no he escrito este papel, y nadie puede probar que lo haya hecho, porque no hay ninguna firma al final del escrito.

   — Maestà, — disse il Fante, — io non li ho scritti, e nessuno potrebbe provare il contrario. E poi non c’è alcuna firma in fondo.

   -Si no lo has firmado -dijo el Rey-, eso no hace más que agravar tu culpa. Lo tienes que haber escrito con mala intención, o de lo contrario habrías firmado con tu nombre como cualquier persona honrada.

   — Il non aver firmato, — rispose il Re, non fa che aggravare il tuo delitto. Tu miravi certamente a un reato; se no, avresti lealmente firmato il foglio.

   Un unánime aplauso siguió a estas palabras: en realidad, era la primera cosa sensata que el Rey había dicho en todo el día.

   Vi fu un applauso generale, e a ragione, perchè quella era la prima frase di spirito detta dal Re in quel giorno.

   -Esto prueba su culpabilidad, naturalmente -exclamó la Reina-. Por lo tanto, que le corten...

   — Questo prova la sua colpa, — affermò la Regina.

   -¡Esto no prueba nada de nada! -protestó Alicia-. ¡Si ni siquiera sabemos lo que hay escrito en el papel!

   — Non prova niente, — disse Alice. — Ma se non sai neppure ciò che contiene il foglio!

   -Léelo -ordenó el Rey al Conejo Blanco.

   — Leggilo! — disse il re.

   El Conejo Blanco se puso las gafas. -¿Por dónde debo empezar, con la venia de Su Majestad? -preguntó.

   Il Coniglio bianco si mise gli occhiali e domandò: — Maestà, di grazia, di dove debbo incominciare ?

   -Empieza por el principio -dijo el Rey con gravedad- y sigue hasta llegar al final; allí te paras.

   — Comincia dal principio, — disse il Re solennemente... — e continua fino alla fine, poi fermati.

   Se hizo un silencio de muerte en la sala, mientras el Conejo Blanco leía los siguientes versos:

   Or questi erano i versi che il Coniglio bianco lesse:

   Dijeron que fuiste a verla Y que a él le hablaste de mí: Ella aprobó mi carácter Y yo a nadar no aprendí.

"Mi disse che da lei te n’eri andato,
 ed a lui mi volesti rammentar;
 lei poi mi diede il mio certificato
 dicendomi: ma tu non sai nuotar.

   Él dijo que yo no era (Bien sabemos que es verdad): Pero si ella insistiera ¿Qué te podría pasar?

Egli poi disse che non ero andato
 (e non si può negar, chi non lo sa?)
 e se il negozio sarà maturato,
 oh dimmi allor di te che mai sarà?

   Yo di una, ellos dos, Tú nos diste tres o más, Todas volvieron a ti, y eran Mías tiempo atrás.

Una a lei diedi, ed essi due le diero,
 tu me ne desti tre, fors’anche più;
 ma tutte si rinvennero, — o mistero!
 ed eran tutte mie, non lo sai tu?

   Si ella o yo tal vez nos vemos Mezclados en este lío, Él espera tú los libres Y sean como al principio.

Se lei ed io per caso in questo affare
 misterioso involti ci vedrem,
 egli ha fiducia d’esser liberato
 e con noi stare finalmente insiem.

   Me parece que tú fuiste (Antes del ataque de ella), Entre él, y yo y aquello Un motivo de querella.

Ho questa idea che prima dell’accesso,
 (già tu sai che un accesso la colpì),
 un ostacol per lui, per noi, per esso
 fosti tu solo in quel fatale dì.

   No dejes que él sepa nunca Que ella los quería más, Pues debe ser un secreto Y entre tú y yo ha de quedar.

Ch’egli non sappia chi lei predilige
 (il segreto bisogna mantener);
 sia segreto per tutti, chè qui vige
 la impenetrabile legge del mister."

   -¡Ésta es la prueba más importante que hemos obtenido hasta ahora! -dijo el Rey, frotándose las manos-. Así pues, que el jurado proceda a...

   — Questo è il più importante documento di accusa, — disse il Re stropicciandosi le mani; — ora i giurati si preparino.

   -Si alguno de vosotros es capaz de explicarme este galimatías, -dijo Alicia (había crecido tanto en los últimos minutos que no le daba ningún miedo interrumpir al Rey) -le doy seis peniques.Yo estoy convencida de que estos versos no tienen pies ni cabeza.

   — Se qualcuno potesse spiegarmelo, — disse Alice (la quale era talmente cresciuta in quegli ultimi minuti che non aveva più paura d’interrompere il Re) — gli darei mezza lira. Non credo che ci sia in esso neppure un atomo di buon senso.

   Todos los miembros del jurado escribieron en sus pizarras: «Ella está convencida de que estos versos no tienen pies ni cabeza», pero ninguno de ellos se atrevió a explicar el contenido del escrito.

   I giurati scrissero tutti sulla lavagna: "Ella non crede che vi sia in esso neppure un atomo di buon senso". Ma nessuno cercò di spiegare il significato del foglio.

   -Si el poema no tiene sentido -dijo el Rey-, eso nos evitará muchas complicaciones, porque no tendremos que buscárselo. Y, sin embargo -siguió, apoyando el papel sobre sus rodillas y mirándolo con ojos entornados-, me parece que yo veo algún significado... Y yo a nadar no aprendí... Tú no sabes nadar, ¿o sí sabes? -añadió, dirigiéndose al Valet.

   — Se non c’è un significato, — disse il Re, — noi usciamo da un monte di fastidi, perchè non è necessario trovarvelo. E pure non so, — continuò aprendo il foglio sulle ginocchia e sbirciandolo, — ma mi pare di scoprirvi un significato, dopo tutto... "Disse... non sai mica nuotar." Tu non sai nuotare, non è vero? — continuò volgendosi al Fante.

   El Valet sacudió tristemente la cabeza.

-¿Tengo yo aspecto de saber nadar? -dijo. (Desde luego no lo tenía, ya que estaba hecho enteramente de cartón.)

   Il Fante scosse tristemente la testa e disse: — Vi pare che io possa nuotare? (E certamente, no, perchè era interamente di cartone).

   -Hasta aquí todo encaja -observó el Rey, y siguió murmurando para sí mientras examinaba los versos-: Bien sabemos que es verdad... Evidentemente se refiere al jurado... Pero si ella insistiera... Tiene que ser la Reina... ¿Qué te podría pasar?... ¿Qué, en efecto? Yo di una, ellos dos... Vaya, esto debe ser lo que él hizo con las tartas...

   — Bene, fin qui,—, disse il Re, e continuò: — "E questo è il vero, e ognun di noi io sa." Questo è senza dubbio per i giurati. — "Una a lei diedi, ed essi due gli diero." — Questo spiega l’uso fatto delle torte, capisci...

   -Pero después sigue todas volvieron a ti -observó Alicia.

   Ma, — disse Alice, — continua con le parole: "Ma tutte si rinvennero."

   -¡Claro, y aquí están! -exclamó triunfalmente el Rey, señalando las tartas que había sobre la mesa. Está más claro que el agua. Y más adelante... Antes del ataque de ella... ¿Tú nunca tienes ataques, verdad, querida? -le dijo a la Reina.

   — Già, esse son la, —disse il Re con un’aria di trionfo, indicando le torte sul tavolo. — Nulla di più chiaro. Continua:"Già tu sai che un accesso la colpì",— tu non hai mai avuto degli attacchi nervosi, cara mia, non è vero?— soggiunse volgendosi alla Regina.

   -¡Nunca! -rugió la Reina furiosa, arrojando un tintero contra la pobre Lagartija.

(La infeliz Lagartija había renunciado ya a escribir en su pizarra con el dedo, porque se dio cuenta de que no dejaba marca, pero ahora se apresuró a empezar de nuevo, aprovechando la tinta que le caía chorreando por la cara, todo el rato que pudo.)

   — Mai! — gridò furiosa la Regina, e scaraventò un calamaio sulla testa della lucertola. (Il povero Guglielmo! aveva cessato di scrivere sulla lavagna col dito, perchè s’era accorto che non ne rimaneva traccia; e in quell’istante si rimise sollecitamente all’opera, usando l’inchiostro che gli scorreva sulla faccia, e l’usò finche ne ebbe.)

   -Entonces las palabras del verso no pueden atacarte a ti -dijo el Rey, mirando a su alrededor con una sonrisa.

Había un silencio de muerte.

   — Dunque a te questo verso non si attacca, — disse il Re, guardando con un sorriso il tribunale. E vi fu gran silenzio.

   -¡Es un juego de palabras! -tuvo que explicar el Rey con acritud.

Y ahora todos rieron.

-¡Que el jurado considere su veredicto! -ordenó el Rey, por centésima vez aquel día.

   È un bisticcio — soggiunse il Re con voce irata, e tutti allora risero. — Che i giurati ponderino il loro verdetto — ripetè il Re, forse per la ventesima volta quel giorno.

   -¡No! ¡No! -protestó la Reina-. Primero la sentencia... El veredicto después.

   — No, disse la Regina. — Prima la sentenza, poi il verdetto.

   -¡Valiente idiotez! -exclamó Alicia alzando la voz-. ¡Qué ocurrencia pedir la sentencia primero!

   — È una stupidità — esclamò Alice. — Che idea d’aver prima la sentenza!

   -¡Cállate la boca! -gritó la Reina, poniéndose color púrpura.

   — Taci! — gridò la Regina, tutta di porpora in viso.

   -¡No quiero! -dijo Alicia.

   — Ma che tacere! — disse Alice.

   -¡Que le corten la cabeza! -chilló la Reina a grito pelado.

Nadie se movió.

   — Tagliatele la testa! urlò la Regina con quanta voce aveva. Ma nessuno si mosse.

   -¿Quién le va a hacer caso? -dijo Alicia (al llegar a este momento ya había crecido hasta su estatura normal)-. ¡No sois todos más que una baraja de cartas!

   — Chi si cura di te? — disse Alice, (allora era cresciuta fino alla sua statura naturale.); — Tu non sei che la Regina d’un mazzo di carte.

   Al oír esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella. Alicia dio un pequeño grito, mitad de miedo y mitad de enfado, e intentó sacárselos de encima... Y se encontró tumbada en la ribera, con la cabeza apoyada en la falda de su hermana, que le estaba quitando cariñosamente de la cara unas hojas secas que habían caído desde los árboles.

   A queste parole tutto il mazzo si sollevò in aria vorticosamente e poi si rovesciò sulla fanciulla: essa diede uno strillo di paura e d’ira, e cercò di respingerlo da sè, ma si trovò sul poggio, col capo sulle ginocchia di sua sorella, la quale le toglieva con molta delicatezza alcune foglie secche che le erano cadute sul viso.

   -¡Despierta ya, Alicia! -le dijo su hermana-. ¡Cuánto rato has dormido!

   — Risvegliati, Alice cara,— le disse la sorella, — da quanto tempo dormi, cara!

   -¡Oh, he tenido un sueño tan extraño! -dijo Alicia.

Y le contó a su hermana, tan bien como sus recuerdos lo permitían, todas las sorprendentes aventuras que hemos estado leyendo. Y, cuando hubo terminado, su hermana le dio un beso y le dijo:

-Realmente, ha sido un sueño extraño, cariño. Pero ahora corre a merendar. Se está haciendo tarde.

Así pues, Alicia se levantó y se alejó corriendo de allí, y mientras corría no dejó de pensar en el maravilloso sueño que había tenido.

   — Oh! ho avuto un sogno così curioso! — disse Alice, e raccontò alla sorella come meglio potè, tutte le strane avventure che avete lette; e quando finì, la sorella la baciò e le disse:

— È stato davvero un sogno curioso, cara ma ora, va subito a prendere il tè; è già tardi. — E così Alice si levò; e andò via, pensando, mentre correva, al suo sogno meraviglioso.

   Pero su hermana siguió sentada allí, tal como Alicia la había dejado, la cabeza apoyada en una mano, viendo cómo se ponía el sol y pensando en la pequeña Alicia y en sus maravillosas aventuras. Hasta que también ella empezó a soñar a su vez, y éste fue su sueño:

   Sua sorella rimase colà con la testa sulla palma, tutta intenta a guardare il sole al tramonto, pensando alla piccola Alice, e alle sue avventure meravigliose finchè anche lei si mise a sognare, e fece un sogno simile a questo:

   Primero, soñó en la propia Alicia, y le pareció sentir de nuevo las manos de la niña apoyadas en sus rodillas y ver sus ojos brillantes y curiosos fijos en ella. Oía todos los tonos de su voz y veía el gesto con que apartaba los cabellos que siempre le caían delante de los ojos. Y mientras los oía, o imaginaba que los oía, el espacio que la rodeaba cobró vida y se pobló con los extraños personajes del sueño de su hermana.

   Prima di tutto sognò la piccola, Alice, con le sue manine delicate congiunte sulle ginocchia di lei e coi grandi occhioni lucenti fissi in lei. Le sembrava di sentire il vero suono della sua voce, e di vedere quella caratteristica mossa della sua testolina quando rigettava indietro i capelli che volevano velarle gli occhi. Mentre ella era tutta intenta ad ascoltare, o sembrava che ascoltasse, tutto il. luogo d’intorno si popolò delle strane creature del sogno di sua sorella.

   La alta hierba se agitó a sus pies cuando pasó corriendo el Conejo Blanco; el asustado Ratón chapoteó en un estanque cercano; pudo oír el tintineo de las tazas de porcelana mientras la Liebre de Marzo y sus amigos proseguían aquella merienda interminable, y la penetrante voz de la Reina ordenando que se cortara la cabeza a sus invitados; de nuevo el bebé-cerdito estornudó en brazos de la Duquesa, mientras platos y fuentes se estrellaban a su alrededor; de nuevo se llenó el aire con los graznidos del Grifo, el chirriar de la tiza de la Lagartija y los aplausos de los «reprimidos» conejillos de indias, mezclado todo con el distante sollozar de la Falsa Tortuga.

   L’erba rigogliosa stormiva ai suoi piedi, mentre il Coniglio passava trotterellando e il Topo impaurito s’apriva a nuoto una via attraverso lo stagno vicino. Ella poteva sentire il rumore delle tazze mentre la Lepre di Marzo e gli amici suoi partecipavano al pasto perpetuo; udiva la stridula voce della Regina che mandava i suoi invitati a morte. Ancora una volta il bimbo Porcellino starnutiva sulle ginocchia della Duchessa, mentre i tondi e i piatti volavano e s’infrangevano d’intorno e l’urlo del Grifone, lo stridore della matita della Lucertola sulla lavagna, la repressione dei Porcellini d’India riempivano l’aria misti ai singhiozzi lontani della Falsa-testuggine.

   La hermana de Alicia estaba sentada allí, con los ojos cerrados, y casi creyó encontrarse ella también en el País de las Maravillas. Pero sabía que le bastaba volver a abrir los ojos para encontrarse de golpe en la aburrida realidad. La hierba sería sólo agitada por el viento, y el chapoteo del estanque se debería al temblor de las cañas que crecían en él. El tintineo de las tazas de té se transformaría en el resonar de unos cencerros, y la penetrante voz de la Reina en los gritos de un pastor. Y los estornudos del bebé, los graznidos del Grifo, y todos los otros ruidos misteriosos, se transformarían (ella lo sabía) en el confuso rumor que llegaba desde una granja vecina, mientras el lejano balar de los rebaños sustituía los sollozos de la Falsa Tortuga.

   Si sedette, con gli occhi a metà velati e quasi si credè davvero nel Paese delle Meraviglie; benchè sapesse che aprendo gli occhi tutto si sarebbe mutato nella triste realtà. Avrebbe sentito l’erba stormire al soffiar del vento, avrebbe veduto lo stagno incresparsi all’ondeggiare delle canne. L’acciottolio, delle tazze si sarebbe mutato nel tintinnio della campana delle pecore, e la stridula voce della Regina nella voce del pastorello, e gli starnuti del bimbo, l’urlo del Grifone e tutti gli altri curiosi rumori si sarebbero mutati (lei lo sapeva) nel rumore confuso d’una fattoria, e il muggito lontano degli armenti avrebbe sostituito i profondi singhiozzi della Falsa-testuggine.

   Por último, imaginó cómo sería, en el futuro, esta pequeña hermana suya, cómo sería Alicia cuando se convirtiera en una mujer. Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo de los años, el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y que reuniría a su alrededor a otros chiquillos, y haría brillar los ojos de los pequeños al contarles un cuento extraño, quizás este mismo sueño del País de las Maravillas que había tenido años atrás; y que Alicia sentiría las pequeñas tristezas y se alegraría con los ingenuos goces de los chiquillos, recordando su propia infancia y los felices días del verano.

   Finalmente essa immaginò come sarebbe stata la sorellina già cresciuta e diventata donna: Alice avrebbe conservato nei suoi anni maturi il cuore affettuoso e semplice dell’infanzia e avrebbe raccolto intorno a sè altre fanciulle e avrebbe fatto loro risplendere gli occhi, beandole con molte strane storielle e forse ancora col suo sogno di un tempo: le sue avventure nel Paese delle Meraviglie. Con quanta tenerezza avrebbe ella stessa partecipato alle loro innocenti afflizioni, e con quanta gioia alle loro gioie, riandando i beati giorni della infanzia e le felici giornate estive!

   FIN

   FINE

Text from wikisource.org
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Narration by Silvia Cecchini